Un clásico
Debo reconocer que obligué a mis amigas a borrar de sus archivos la historia que les voy a contar, en primer lugar porque era un señor reconocido, y en segundo lugar porque me daba pena que alguien lo sepa. Estábamos en el bar de siempre , bebidas eso sí, con más de un par de tequilas encima, un mal de amores y una que otra infidelidad que curar. Pues ahí aparece mi señor, un adonis de cincuenta y pico con toda la galantería propia de su edad. Pues para qué negar lo inevitable, estaba como para chuparse los dedos, como diríamos por estos lares cuando algo sabe delicioso. Nos mandó una botella de champaña, de esas que tienen nombre de “don” pero por el estado de nuestras lenguas y escaso francés no podíamos ni pronunciar. Mis amigas aflojaron y una a una se fueron, yo pensaba resignarme e irme cuando él se acerca a saludar. Debo confesar que sentir su perfume y el contacto de mis manos con la suavidad de las suyas hizo que mis piernas se tambalearan un poco. Le...